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LEONARDO CROATTO “HAY UNA ALTÍSIMA DEMANDA DE MÚSICA EN LA SOCIEDAD”


La Udelar debería proponer una formación superior en música que sea «más universitaria y menos de carácter conservatorio», plantea Leonardo Croatto, que desde agosto es director de la Escuela Universitaria de Música (EUM). En diálogo con el Portal de la Udelar, Croatto expresó también que es posible romper el aislamiento y generar «una nueva cultura artística interdisciplinaria».

Croatto nació en Montevideo en 1959, y se formó como músico mayormente en el exterior. Vivió en Italia entre 1976 y 1987, allí cursó la carrera Discipline delle Arti, la Musica e lo Spettacolo en la Universidad de Bologna, actualmente está culminando un doctorado en la misma universidad. Ha compuesto canciones, música para obras teatrales y producciones audiovisuales, cortinas musicales para radio y televisión, obras instrumentales y electroacústicas, instalaciones sonoras. En diversas grabaciones de música popular uruguaya participó como técnico de grabación en estudio, productor artístico y arreglador musical. Es docente en la Universidad de la República (Udelar) desde 1989. 

Su trabajo como músico pasa por actividades muy diversas, ¿cómo se fue vinculando con ellas?
 
Tengo una concepción de la actividad musical en la que todas esas facetas se entrecruzan, se retroalimentan. En mi juventud fui cantante popular y compositor de canciones, cuando viví en Italia hice mi carrera universitaria, y mientras hacía música popular me atrajo también la experimentación sonora, la tecnología. También me interesó siempre todo lo que tiene que ver con la música en la sociedad, con su incidencia en los procesos de cambio. Siempre sentí que la música y el arte en general deben comprometerse con la realidad, de ida y vuelta, tomar de ella, reflejar en el arte y a la vez buscar la manera de que el arte incida en la realidad, siempre sin perder de vista el rigor, el nivel técnico, la apertura estética. Eso me fue llevando a hacer diferentes cosas, a componer músicas para teatro y audiovisuales, a trabajar como técnico de sonido, como productor musical. Viví la transición de lo analógico a lo digital, como toda mi generación, y mi relación con la tecnología me llevó a profundizar en la docencia de la tecnología. Mis estudios en Italia fueron más bien por el lado de la formación teórica, la carrera que estudié fue fundada por Umberto Eco, a quien tuve de docente también, en el marco de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Bologna. Los contenidos tienen que ver con la investigación y el conocimiento de las diferentes disciplinas musicales, con la historia y la sociología de la música. La carrera fortaleció mi interés por la inserción del arte y la música en los procesos sociales, tiene un corte más inclinado hacia la comunicación y los estudios artísticos, pero no a la enseñanza técnica de la música, es decir, no es un conservatorio. 

¿También tuvo su formación técnica musical en el exterior? 

Sí, mi padre es músico, toda mi familia de origen también y cuando por su actividad profesional empezaron a viajar yo era recién nacido. Por eso comencé mis primeros estudios musicales en Buenos Aires, en el conservatorio musical Manuel de Falla, donde estudié guitarra. Cuando fuimos a Italia seguí estudiando instrumentos en forma particular y después empecé a trabajar como músico. Era la época de las dictaduras en América Latina y había todo un movimiento de solidaridad en Europa con las organizaciones democráticas de nuestros países, junto a esos movimientos yo participé musicalmente de muchos actos de solidaridad con Uruguay, Chile y otros, en los setenta y los ochenta en varios lugares de Europa. 

¿Cómo se insertó en la EUM a su regreso a Uruguay? 

Cuando llegué en 1987 hacía muy poco tiempo del fin de la intervención de la Universidad, la EUM estaba en un proceso de recuperación, de cambio y de generación de nuevos planes de estudio. Gané mi primer cargo docente en 1989, un grado 3 de Taller de Sonido, después seguí trabajando en el Estudio de Música Electroacústica, fui coordinador de Práctica de Conjunto y docente en materias electivas. También concursé en la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, para dictar la materia Lenguaje y Estética del Sonido. En 2003 y 2004 fui asistente académico del entonces director de la EUM Daniel Maggiolo, que para mí fue una de las personas más importantes en la historia de la escuela. Daniel falleció en 2004 muy joven, con 48 años, más allá del trabajo conjunto éramos muy amigos, era el padrino de mi hija, teníamos una relación muy estrecha. Realmente era una persona fuera de serie y fue un director fuera de serie, así lo reconocen todos en la escuela. El legado que nos dejó fue un plan de estudios pionero, el primero de la Udelar acorde a las ordenanzas que todavía no existían, a los criterios de articulación y flexibilidad, creditizado, semestralizado. Cuando falleció Daniel asumió Jorge Camiruaga, que era el integrante de la comisión directiva de mayor antigüedad, luego fue electo director y continuó hasta 2008, durante esos años yo seguí siendo asistente académico. 

¿Cuáles son sus principales objetivos para este período? 

Mi proyecto, y el de la gente que lo respaldó, propone retomar algunas líneas de trabajo muy importantes que habíamos comenzado con Daniel y continuado con Camiruaga, apuntan al desarrollo de la educación musical en general en el país, que está bastante desordenada. Para dominar bien un instrumento y llegar a los niveles que pretendemos alcanzar en un egresado de la EUM, hay que empezar a estudiar a temprana edad, no se puede comenzar a tocar a los 18 años. La educación pública no ofrece esa formación previa, a partir de esa realidad la EUM creó en 1988 el Ciclo de Introducción a la Música (CIM). Es un curso que permite el ingreso a estudiantes que no hayan concluido el bachillerato, se puede entrar con 15 años y el ciclo básico de secundaria terminado. Dura tres años y brinda formación para acceder al nivel de ingreso a nuestras licenciaturas, pero sigue sin resolverse el problema global. En Primaria había Escuelas de Música, ahora se transformaron en Escuelas de Educación Artística, pero son muy pocas. La escuela primaria llega hasta los 12 años, entonces hay un bache entre los 12 y los 15. Desde la EUM empezamos a trabajar para lograr un programa nacional de educación musical, organizamos un primer encuentro en 2007 y ahora estamos organizando el segundo, lamentablemente durante 9 años no se siguió adelante con este proyecto. Consideramos que la Universidad debe liderar el proceso, queremos trabajar en conjunto con ANEP y con las escuelas municipales, para permitir que cualquier niño tenga la posibilidad de hacer un recorrido dentro de la educación pública que lo lleve hasta los más altos niveles, si así lo desea y si tiene el talento. Es necesario coordinar porque la Universidad no se puede ocupar de la formación inicial, lo que sí podemos es decir qué perfil de ingreso necesitamos. También es importante desde el punto de vista democrático, porque hay formas privadas de capacitarse musicalmente, pero si creemos en la educación pública, tenemos que crear espacios de formación en el ámbito público. Va a ser un proceso largo, pero si se piensa a largo plazo lo importante es darle continuidad, y aunque demos pequeños pasos, que sean sólidos. 

¿El propósito de la EUM es formar músicos virtuosos? 

Yo creo que en música no es obligatorio ser un virtuoso de nada, hay que hacer música porque la música enriquece al ser humano y a la sociedad. Uno de cada 1000 es virtuoso, y tienen que seguir entrando, tenemos que alimentar su talento, es como en el fútbol, hay que tener un Suárez y un Cavani, pero para que haya esto tiene que haber baby fútbol y si decís «soy Suárez o no soy nada» está mal, ¿y si te gusta jugar al fútbol? Además un equipo se arma con 11 jugadores, y para un campeonato hay que tener muchos equipos, si formamos en base a un modelo tradicional que solo apunta a crear virtuosos, estamos formando 999 frustrados. En realidad hay que dar las herramientas para que el que tiene talento llegue lo más alto posible en su formación, pero también hacer que todos los que quieren hacer música encuentren un lugar en relación a su expectativa, al deseo y el placer de hacer música, que puedan sentir que como músicos tienen un lugar en la sociedad. Hay una altísima demanda de música y de formación musical en la sociedad, si uno anda por la calle ve un montón de gurises con guitarra al hombro, que tienen una banda, que tocan, está repleto, y creo que es responsabilidad nuestra hacer que eso se dé en las mejores condiciones, con el mejor nivel posible. Otra carencia que tenemos es la de formar formadores, es algo que en la educación artística no está contemplado. De hecho todos nuestros egresados y estudiantes avanzados dan clase, pero nadie les enseñó, no hay formación de pedagogía musical. Hay que provocar un cambio que tiene que ver con la función del arte en la sociedad como cosa amplia, nosotros en la EUM somos un pedacito de eso, pero si reproducimos modelos que son decimonónicos y para colmo europeos, no estamos ni al día ni con los pies en nuestra realidad, en nuestra cultura. 

¿Entonces qué clase de formación debe ofrecer la Universidad en el área de la música? 
Como principio se pueden establecer dos cosas separadas: una es la formación musical del ciudadano y otra es la formación profesional del músico. La EUM tiene como una de sus tareas la generación de profesionales, en las licenciaturas en interpretación, dirección de orquesta, etcétera, pero sigue quedando un vacío. Tenemos en este momento pruebas de ingreso muy exigentes en las que muchísima gente queda afuera, queremos ampliar los ingresos, pero orientados a un tipo de formación que no exija como única posibilidad el dominio del instrumento. La música es un arte, es una humanidad, la música está en la sociedad. En las universidades del mundo existen otras opciones, se forman también especialistas en música, lo que no significa dejar de preparar músicos profesionales. Nos está faltando un tipo de formación que sea más universitaria y menos de carácter conservatorio, que es un modelo basado en el esquema del maestro y el discípulo, un tipo de formación técnica en la que de alguna manera el músico termina encerrándose en sí mismo y perdiendo el vínculo con lo externo, sin preguntar por qué es músico, qué pasa más allá de su música, qué pasa en la sociedad, para qué sirve ser músico, más allá del «me gusta hacer música y quiero vivir de la música». Todos quieren vivir de la música pero eso no es posible, en música hay una amplio abanico de actividades que no pasan por ser famoso, hay una visión del arte diferente, una visión del arte inserto en la sociedad. Pensamos que, por ejemplo, la música en las escuelas le hace bien a la formación general del niño, contribuye al desarrollo de las capacidades cognitivas, de la capacidad de razonamiento, ordena, organiza. La actividad musical tiene que ver además con el trabajo en equipo, tiene que ver con la disciplina en el mejor sentido de la palabra: para dominar un instrumento hay que trabajar, para tocar en equipo hay que cumplir ciertas normas de convivencia. Al estudiante de música nunca le sobra el tiempo, siempre tiene algo que hacer, prepara una pieza nueva, practica un ejercicio, tiene que ir a un ensayo, presenta su música en algún lugar. Lo que aporta la música a la formación integral del ser humano y del ciudadano es mucho más que tocar el instrumento, tocar el instrumento es un medio. 

¿Cuántos estudiantes y docentes tiene la EUM? 

Tenemos entre 200 y 300 estudiantes activos, porque es una población muy variable, y un plantel de casi 100 docentes, de ellos unos 60 están más estables en la vida cotidiana de la escuela. Ocurre que por ejemplo un profesor de trompeta tiene un cargo de seis horas y atiende a cuatro estudiantes, mientras que un docente de teoría puede atender a 80 estudiantes. Tenemos un plantel docente de altísimo nivel y quizás no lo estamos aprovechando al máximo, los docentes que enseñan un instrumento también podrían enseñar música, historia, estética, técnica, trabajar más en extensión, más en investigación. Hacia eso vamos pero también tememos el límite presupuestal. Si vamos generando nuevas ofertas curriculares, la escuela va a atraer más estudiantes, vamos a ir reorganizando la estructura docente para poder atenderlos y de a poco podremos invertir esa dinámica. 

¿Qué tipo de actividades de extensión realiza la escuela? 

Ahora estamos potenciando muchísimo la extensión, tenemos una unidad funcionando muy bien, estamos ampliando y profundizando el trabajo en liceos y escuelas. Al liceo de Barros Blancos estamos llevando el espectáculo de canto Proyecto Brecht y el espectáculo musical Conversatorio. Estamos haciendo jornadas de musicología en Maldonado, también hay un proyecto precioso que lleva música a los hospitales, con dúos de estudiantes que van a tocar. Tenemos el proyecto Grupos Sonantes, una iniciativa creada hace unos años por el maestro Jorge Risi en cooperación con el MEC, que está trabajando mucho. En este momento el proyecto se está desarrollando con instrumentos de cuerda en un esquema de trabajo en grupos que a la vez forma futuros profesores, tanto en Montevideo, en coordinación con el PIM [Programa Integral Metropolitano], como en el interior, y es un proyecto integrado a la currícula con una materia electiva. Una de las debilidades que yo detecté desde siempre en la EUM es el aislamiento, a la escuela le falta establecer puentes con el resto de la Universidad, con la sociedad, con el medio musical, tal vez por algunas inercias de concepción de la enseñanza musical u otras razones. Incluso dentro de la propia escuela hay que mejorar la interacción entre las áreas, crear más puentes entre composición, interpretación y musicología, crear más vínculos entre la EUM y el resto de las actividades artísticas, algo que estamos impulsando ahora. 

¿Qué investigación debería hacerse en la EUM? 

Dentro de la EUM tenemos el área de musicología, que tiene como objeto la investigación, pero también queremos impulsar otras dos lineas. Por un lado estamos tratando de darle un desarrollo mayor a una estructura que tenemos en ciernes, el Centro de Investigación de la Interpretación Musical. Fue creado justamente con la idea de ir mas allá de lo musicológico, de investigar sobre los procesos de aprendizaje y de interpretación, sobre cómo una obra llega al público a través de ella, sobre el desarrollo técnico del instrumentista. Y la tercera área de investigación en música es la creación, la creación musical de hecho implica un proceso de búsqueda, eso se puede transformar en investigación académica en la medida en que se expliciten los procesos a través de los cuales se llega al producto, que es la obra. Es decir, por más que el creador investigue, la creación en sí misma es investigación solamente si ese proceso genera nuevo conocimiento que pueda ser asimilado por otros. Tenemos también algunas puntas interesantes de trabajo con el Centro de Investigación Básica en Psicología (Cibpsi), de Facultad de Psicología, que estudia procesos cognitivos. Desde Taller de Sonido hicimos un proyecto de investigación conjunto en grupos de educación primaria, sobre la incidencia de la formación musical en el rendimiento en matemáticas. Con ese antecedente, ahora estamos pensando en seguir junto con el Cibpsi en una linea de trabajo sobre la relación entre música, lenguajes, procesos cognitivos, procesos creativos, percepción sensorial de lo sonoro e interacción de los diferentes estímulos sensoriales. 

¿En qué etapa se encuentra el proyecto de creación de la Facultad de Artes, que reuniría al menos a los actuales EUM e Instituto Escuela Nacional de Bellas Artes (IENBA)? 
Es un proceso que comenzó cuando Daniel Maggiolo era el director de la EUM y Javier Alonso el de IENBA, y justo en ese momento Fernando Miranda y yo éramos asistentes académicos en las direcciones. Trabajamos juntos en ese proyecto, los dos pensamos en un plan de estudios en educación artística que tuviera las opciones plástica, danza y música. Ahora que nos encontramos en las direcciones de EUM y IENBA estamos retomando el proceso, y tenemos toda la intención de darle para adelante con mucha fuerza. En esta etapa estamos trabajando en nuevas ofertas curriculares para atender cosas que no estaban contempladas, creando puentes con la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático (EMAD), que ahora es una Unidad Académica Asociada de la Udelar. 

¿Qué tipo de carreras podrían crearse? 

En principio pensamos en un abanico de nuevas ofertas curriculares con más contenidos interdisciplinarios, pero incorporándolos gradualmente. No es fácil porque venimos de culturas y metodologías de trabajo diferentes, la interacción entre dos servicios siempre es compleja. Los estudiantes de música y de bellas artes tienen formas diferentes de vincularse con sus disciplinas, pero en la medida que vayamos creando espacios de encuentro, creo que vamos a ir generando una nueva cultura artística interdisciplinaria, de manera que el músico entienda que es lindo trabajar con gente de teatro o con gente de bellas artes, que aparecen cosas nuevas, que se estimula la creatividad. Cuando empezás a romper el aislamiento y te vinculás con el teatro, con el audiovisual, con las nuevas tecnologías, con las artes plásticas, se pueden hacer proyectos muy interesantes, pueden surgir cosas que ni siquiera se te ocurren si estás encerrado solamente en la música. La música siempre está presente, con IENBA organizamos el Seminario Internacional de Narrativas Hipertextuales y justamente allí trabajamos con arte sonoro, un concepto que va más allá de la idea clásica de composición y de los medios tradicionales, que pretende incluir las nuevas tecnologías, lo visual, las performances, nuevas formas de expresión que incluyen a la música. 

¿Cuánto tiempo más podría llevar el proceso hacia la nueva facultad? 

Creo que las cosas tienen sus tiempos, y acelerar demasiado puede no ser bueno, más cuando venimos de muchos años en que el proyecto quedó congelado por diferentes razones. Hace pocos meses conformamos una comisión multipartita que integramos los directores y representantes de los órdenes de los dos servicios, también se incorporaron representantes de los funcionarios, además del director de la EMAD, Santiago Sanguinetti, y el decano de FHCE, Álvaro Rico. Rico interviene como representante de la mesa del Área Social y Artística, como facilitador del proceso con una mirada externa, una mirada universitaria, y efectivamente es un gran aporte. Estamos estudiando los cronogramas y las etapas para concretar una Facultad de Artes como son en general en todo el mundo, integrada por institutos que se ocupen de disciplinas artísticas diferentes, dentro de ellos habría departamentos que serían nuestras actuales áreas. Para llegar a eso estamos trabajando, yo apostaría a tener Facultad de Artes dentro de no más de cuatro años. Hay ciertas asimetrías porque somos un servicio chico y Bellas Artes un servicio grande, la convivencia en el edificio es complicada, decimos que somos familias diferentes que estamos en un mismo conventillo, creo que el primer gran paso que tenemos que dar es dejar de hablar de «ustedes y nosotros» y crear un nuevo «nosotros», por ahora seguimos diciendo «los de música, los de bellas artes». Entusiasmo no falta, lo que falta es contagiarlo a todo el cuerpo docente, porque los estudiantes están en un momento muy bueno, en la escuela hay un centro de estudiantes que realmente empuja para adelante, es un placer tener su participación, los que trabajan hoy en los órganos de cogobierno realmente están muy motivados, y eso es buenísimo. Creo que a los docentes hay que despertarlos, hay que volver a sacudir el deseo de construir, que está un poco estancado. En la EUM tenemos muchos puestos con baja carga horaria, y eso impide generar compromiso, es difícil que esos docentes vengan a participar en comisiones u otros ámbitos de cogobierno. 

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