Hemos hemos seguido con
atención la obra y la trayectoria de Byung-Chul Han (1959-), uno de los
filósofos más importantes de nuestra época, en buena medida porque ha sabido
enlazar corrientes y autores decisivos de la filosofía del siglo XX con algunos
de los problemas más urgentes de nuestra época.
Han es sudcoreano de nacimiento y su
formación universitaria la comenzó en su país en el sector metalúrgico. A los
20 años emigró a Alemania para estudiar literatura, pero al final se decantó
hacia la filosofía. Algunos comentadores han señalado que su particular estilo
de escritura –con frases cortas, casi telegráficas, pero profundamente
significativas– es resultado de la adopción del alemán como idioma de
expresión.
Vale la pena señalar, además, en este
mismo aspecto, que ante los ensayos y libros de Han podemos juzgar erróneamente
su brevedad y confundirla con ligereza o sencillez, pues si bien no son ni
extensos ni en apariencia complicados (difícilmente llegan a las 100 páginas),
sí son sin embargo densos, y en unas pocas líneas el filósofo es capaz de
bosquejar ideas que a otros les toma cientos o miles de palabras exponer y que,
por otro lado, son fruto de la discusión que Han sostiene con autores capitales
de la filosofía occidental, de Hegel y Nieztsche a Michel Foucault o aun otros
más recientes como Giorgio Agamben.
Entre los temas de los que se ha
ocupado Han con lucidez se encuentran el sistema de rendimiento permanente en
que vivimos, cómo la sociedad pasó de la vigilancia y la disciplina al poder y
la autoexplotación (y la relación de esto con la "epidemia" de
ansiedad, depresión y agotamiento que se vive actualmente); también ha escrito
sobre la adversidad que enfrenta ahora el amor y por qué casi siempre termina
agonizando, por qué la expulsión de la diferencia y la positivización del mundo
nos han orillado a vivir en el “infierno de lo igual”, cómo el capitalismo se
ha transformado a partir del llamado “Big Data” o por qué parece que
hemos perdido la capacidad para apreciar “el aroma del tiempo”. Todo esto Han
lo suele exponer con inteligencia, sencillez y a veces también cierta belleza,
la cual, en nuestro caso, debemos agradecer a la labor de los traductores que
han vertido su obra al español.
Por los temas señalados y por esa
asombrosa capacidad de síntesis es que nos atrevemos a decir que Han es el
“primer” filósofo que se necesita leer para entender esta época, pues al tiempo
que nos señala algunas de las situaciones subjetivas, sociales y humanas que
merecen una reflexión urgente, muestra también el camino para emprender ese
mismo proceso de crítica y cuestionamiento.
A continuación, so pretexto de una nota publicada en el diario El País a propósito de la visita reciente de Han a Barcelona, compartimos
algunos subrayados de dicho texto y enlaces a libros digitalizados del autor
que se encuentran en Internet.
Autoexplotación. Se ha pasado, en
opinión del filósofo, “del deber de hacer” una cosa al “poder hacerla”. “Se
vive con la angustia de no hacer siempre todo lo que se puede”, y si no se
triunfa, es culpa de uno mismo. “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose
que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en
el síndrome del trabajador fundido”. Y la consecuencia, peor: “Ya no hay contra
quién dirigir la revolución, no hay otros de donde provenga la represión”. Es
“la alienación de uno mismo”, que en lo físico se traduce en anorexias o en
sobreingestas de comida o de productos de consumo u ocio.
Comunicación. “Sin la
presencia del otro, la comunicación degenera en un intercambio de información:
las relaciones se reemplazan por las conexiones, y así sólo se enlaza con lo
igual; la comunicación digital es solo vista, hemos perdido todos los sentidos;
estamos en una fase debilitada de la comunicación, como nunca: la comunicación
global y de los likes sólo consiente a los que son más iguales a
uno; ¡lo igual no duele!”.
Jardín. “Yo soy diferente;
estoy envuelto de aparatos analógicos: tuve dos pianos de 400 kilos y durante 3
años he cultivado un jardín secreto que me ha dado contacto con la realidad:
colores, olores, sensaciones... Me ha permitido percatarme de la alteridad de
la tierra: la tierra tenía peso, todo lo hacía con las manos; lo digital no
pesa, no huele, no opone resistencia, pasas un dedo y ya está... Es la
abolición de la realidad; mi próximo libro será ese: Elogio de la
tierra. El jardín secreto. La tierra es más que dígitos y números.
Otros. Es la clave de
sus reflexiones más recientes. “Cuanto más iguales son las personas, más
aumenta la producción; esa es la lógica actual; el capital necesita que todos
seamos iguales, incluso los turistas; el neoliberalismo no funcionaría si las
personas fuéramos distintas”. Por ello propone “regresar al animal original,
que no consume ni comunica desaforadamente; no tengo soluciones concretas, pero
puede que al final el sistema implosione por sí mismo... En cualquier caso,
vivimos en una época de conformismo radical: la universidad tiene clientes y
sólo crea trabajadores, no forma espiritualmente; el mundo está al límite de su
capacidad; quizá así llegue un cortocircuito y recuperemos ese animal
original”.
Tiempo. Es necesaria
una revolución en el uso del tiempo, sostiene el filósofo, profesor en Berlín.
“La aceleración actual disminuye la capacidad de permanecer: necesitamos un
tiempo propio que el sistema productivo no nos deja; requerimos de un tiempo de
fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no
debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando; el
tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros”.
Libros de Byung-Chul
Han digitalizados y disponibles en Internet
La sociedad del cansancio (2010;
traducido en el 2012)
La agonía del Eros (2012;
traducido en el 2014)
La sociedad de la transparencia (2012;
traducido en el 2013)
En el enjambre (2013;
traducido en el 2014)
El aroma del tiempo. Un ensayofilosófico sobre el arte de demorarse (2014; traducido en el 2015)
(Pijama Surf / 7-2-2018)
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